Homeschooling: ¿Merece la pena?

 

En la sesión de clase, hemos observado cómo las organizaciones educativas de los institutos están relacionadas entre sí y no actúan por sí solas, pero ese grado de dependencia entre ellas puede variar, definiendo dos tipos de centros diferentes: los centros escolares dependientes y los centros autónomos.

La descentralización educativa es un proceso en el que se divide el poder en cuanto a la toma de decisiones sobre las cuestiones educativas, permitiendo a los centros definir sus metas y consensuar sus planteamientos institucionales. Así, la toma de decisiones es participativa y colaborativa. La descentralización puede dar mucha mayor libertad a los centros y, por ejemplo, permitir mantener lenguas cooficiales del país y mantener la diversidad de algunas culturas. Sin embargo, esta descentralización tiene que estar sujeta aun así a una serie de normas y valores que deben seguir de forma obligatoria. Por ejemplo, no estoy muy a favor de la selección a dedo del profesorado que aparece en la tabla que observamos en clase sobre la descentralización, ya que puede dar a lugar favoritismos o que algunos profesores jueguen con ventaja debido a sus contactos.

Hablando de la descentralización educativa ha salido al tema el homeschooling, es decir, que los propios padres enseñen a sus niños en casa y sean sus docentes.

Nada más pensar en homeschooling, lo primero que se me viene a la mente es la película Mean Girls. Su protagonista es una chica que solía estudiar en casa con sus padres hasta los 16 años, carecía de habilidades sociales al principio de la película y no comprendía el funcionamiento de las clases y las relaciones entre alumnos.

No entendía las normas del instituto: por ejemplo, se levantó en mitad de la clase para ir al baño sin pedir permiso, pensando que era algo normal.


Y ese es uno de los mayores problemas de la educación en casa: el círculo social del adolescente se reduce o desaparece completamente y el niño o adolescente no aprende a relacionarse con compañeros, desarrollar la empatía o habilidades sociales con gente de su edad. Cuando el niño tenga que salir de casa y buscar trabajo o entrar en un instituto, tendrá una desventaja a la hora de socializar con sus compañeros de clase o encajar en la sociedad, ya que no han tenido la oportunidad de comprender ni a los demás, ni a sí mismos como miembros de una sociedad.

Los niños que han estudiado a la casa parecen muy maduros en cuanto a personalidad, ya que no han tenido la oportunidad de disfrutar de su infancia y jugar con otros niños. Pueden ser más independientes que otros niños, pero a día de hoy el trabajo en grupo juega un papel importante en las aulas y en una gran parte de los puestos de trabajo. En general, no se trabaja solo, tienes una serie de compañeros de trabajo con los que tienes que aprender a relacionarte.

Además, en el homeschooling los docentes del niño o adolescente son sus propios padres. Pese a que el contenido estará mucho más adaptado a sus necesidades y gustos, no existe ninguna garantía de que el padre vaya a ofrecer una educación de calidad para el niño. Además, supone un esfuerzo extra para los padres que no se sabe si merecerá la pena. Los docentes reciben una gran preparación y tienen los conocimientos necesarios que el alumno necesita, se debería confiar más en el profesor de colegio e instituto.

Una ventaja que sí le veo a la educación en casa es la adaptación de horarios al niño. A veces, la carga de trabajo en el instituto suele ser excesiva y el estudiante acaba yendo a clase seis horas por la mañana y dedicando una cantidad excesiva de tiempo a sus deberes por la tarde, que en muchas ocasiones consisten en la repetición constante de lo que ya se ha aprendido durante la clase.

En el vídeo sugerido en clase sobre el homeschooling (https://www.youtube.com/watch?v=dLSDL6xI9eo), los niños también se dedican a realizar tareas domésticas y centrarse en talentos particulares que no se estudian en el instituto. Pese a que estoy de acuerdo en que sería muy interesante ofrecer asignaturas a los niños de cocina o tareas domésticas que puedan aplicar a su día a día, los padres también tienen la obligación, aunque los alumnos no estudien en casa, de enseñar a sus hijos cómo llevar a cabo tareas domésticas o ciertos valores éticos.

Captura de pantalla del vídeo "Cuando la casa se convierte en escuela".


En resumen, aunque educar en casa permite una educación más personal para el alumno, adaptada a ellos, los niños tienen el derecho a ir al colegio o instituto con compañeros y seguir un programa educativo que les permita participar en actividades sociales e ir a la universidad. No existe ninguna garantía de que el nivel de educación de esos niños sea el adecuado y los equipos de profesores de los institutos están preparados para dar clases y son expertos en sus asignaturas: son los que mejor educarán a los estudiantes.

Vosotros, ¿qué opináis de la descentralización educativa? ¿Estáis a favor o en contra de la educación en casa? ¡Os leo!

¡Muchas gracias por leerme! Tened un buen día.

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